La mentira del metaverso.
Ya son muchos los años en los que no paramos de escuchar las posibilidades y maravillas del metaverso y lo único cierto es que, a día de hoy, son muchos los usuarios que siguen esperando ver y vivir una revolución tecnológica como tal.
Tantos años como que desde el 2011, año en el que el bueno y visionista de Ernest Cline escribió su novela icónica, Ready Player One, en las que él ya veía las posibilidades de un metaverso virtual pero que de momento, ni nos hemos acercado a algo similar.
La punta del iceberg llegó en 2018, en pleno auge de la realidad virtual a nivel de usuario, cuando el bueno de Steven Spielberg quiso aprovechar el tirón y llevó dicha novela al cine, de forma sublime, eso sí.
Desde entonces y hasta ahora, ha habido muchos altibajos con respecto al metaverso como tal, se han creado varios de ellos, o al menos eso dicen, pero aquí no queremos mencionar ninguno de ellos, tan solo queremos buscar una explicación a si realmente el metaverso como tal existe, existirá o se trata todo de una mentira.
Mark Zuckerberg, el primero en apostar en el metaverso
O al menos ha sido el único que lo ha hecho abiertamente y ha luchado contra viento y marea, defendiendo la idea del metaverso y sus posibilidades. Pero ni con todo el dinero invertido, y hablamos de mucho, a día de hoy se ha acercado a lo que quiere o imaginaba en su cabeza.
Sin embargo, ¿Ya tenemos claro el concepto de metaverso? Seguro que sí, si sois seguidores de Generación XR.
La definición técnica de metaverso sería que se trata de un universo posrealidad, un entorno multiusuario, perpetuo y persistente donde se fusiona la realidad física con la virtual y digital.
Más llanamente podíamos hablar de un espacio virtual donde poder tener relaciones sociales con otros usuarios, punto. Si a esta definición eliminamos el componente social hablaríamos de un espacio virtual, punto. Entonces sería, ni más ni menos, que un videojuego. Un espacio virtual donde poder realizar diferentes actividades.
Pero siguiendo esta lógica, un espacio virtual donde reunirnos con otros usuarios no es un concepto nuevo, hablamos de cualquier juego o aplicación multijugador.
Y es que aquí radica el problema. A día de hoy no hay nada que diferencia un “metaverso” de un simple juego multijugador online.
¿Dónde está la línea que separa un juego de un metaverso?
A esto nos referimos. Si cuando hablamos de Roblox, Rec Room y un largo etcétera, lo hacemos usando el término “metaverso” ¿por qué no hacemos lo propio, por ejemplo, con Dungeons of eternity? Si seguimos hablando de un mundo virtual, encima en VR y donde interactuamos con demás usuarios, eso sí, con temática medieval.
Creo que este concepto está llevando a la confusión a los usuarios y de forma premeditada. Esto no es por otra cosa que porque el metaverso como tal no existe, al menos de momento.
El metaverso que todos esperamos es mucho más que un lugar donde jugar y socializar. Pensamos que la palabra metaverso tiene que abarcar todo un concepto de ideas únicas en un espacio único donde navegar con unos avatares únicos y, por supuesto, que haya negocios, empleos, ocio, educación y mucho más. Pero para llegar a este concepto se tendría que unificar todo en uno y ya sabemos como somos los humanos para ponernos de acuerdo en algo.
De nada nos sirve que Meta tenga el suyo, Decentraland otro, Sandbox otro. El concepto hace años que ya se inventó en una aplicación que si mal no recuerdo se llamaba, “Second Life” un concepto demasiado moderno para cuando llegó, algo parecido a lo que le ocurre al metaverso, aún no tenemos las herramientas necesarias para llegar allí.
Blockchain y otras maravillas de los metaversos
Que no os engañen con falsas promesas de ganancias, de inversiones y demás. Algo que se ha asociado rápidamente en los supuestos metaversos ha sido el blockchain, las criptomonedas, para que me entendáis.
Muchos han sido los que se han querido sumar a esta nueva oportunidad de beneficios sinfín y nos venden ropa y demás skins para los supuestos avatares que tomarán el control en los mundos virtuales.
Lo peor es que son muchos los medios de comunicación en las redes que a cambio de contratos económicos se han apresurado a vender como noticias estas oportunidades y se han llegado a pagar cantidades importantes por unos pantalones, calzado deportivo, cazadoras y muchas más cosas.
Es cierto que hace unos años hubo un auge espectacular en torno a todo esto, pero, ya en este último año, hemos visto como se ha ido desinflando, más que nada, por falta de contenido, por falta de realidad en los mundos virtuales.
Aun así, todo hay que decirlo, son muchos los usuarios que siguen acudiendo a muchos de estos espacios sociales, los cuales me niego a llamarlos metaversos. Unos van por diversión, otros por ganar dinero a costa de otros, siempre hay motivos para seguir acudiendo y visitar mundos virtuales.
Llamemos a las cosas por su nombre
Y que conste que no estamos para nada en contra de todos estos lugares o juegos, lo único que queremos es que sepáis que todos estos “metaversos” son eso, videojuegos sociales donde reunirnos con amigos o gente desconocida de todo el mundo y disfrutar de sesiones de escape room entre otras muchas actividades, tanto en realidad virtual como en plano.
Pero de ahí a querer compararlo con el mundo de Oasis en Ready Player One aún nos quedan muchos años de diferencia.
El concepto es interesante, tiene mucho futuro y seguro que llegará el día en que nos sorprendan con algo realmente revolucionario, pero recordar que hasta Mark Zuckerberg, que le brotan billetes de los poros de la piel, se ha quedado solo con el concepto del metaverso. El suyo sirve, hoy en día, que para poco más que echar unas partidas al paintball y algún que otro juego. Nada, un espacio social, no un metaverso.
Y sobre todo, mucho cuidado con los consejos sobre invertir dinero en muchos de los supuestos metaversos, existen plataformas que llevan años vendiendo trozos de terreno del mundo virtual, que no sirven para mucho más que para decir que tienes un rectángulo de la Gran Via de Barcelona de tu propiedad, pero la virtual, eh!
