Una caminata entre laberintos y reflexiones que convierte la tarea más mundana en un viaje personal inesperado.
Jugabilidad: perderse para encontrarse a uno mismo
A Dream About Parking Lots es un título que no engaña a nadie con su propuesta: un walking simulator minimalista en el que tu única misión es encontrar tu coche en una serie de escenarios que van mutando entre lo familiar y lo inquietante. La mecánica central es tan simple como efectiva: dispones de un mando a distancia para hacer sonar el claxon y encender las luces del vehículo, lo que te sirve de guía para abrirte paso entre laberintos extraños y pasillos sin sentido aparente. No hay enemigos que derrotar ni objetivos secundarios que distraigan; todo está pensado para que avances a tu ritmo, prestando atención a los pequeños detalles que pueblan el entorno. El control es directo y sin complicaciones, lo que encaja a la perfección con un diseño que prioriza la experiencia por encima del desafío. El título se completa en unos 30-40 minutos, pero es de esas propuestas que apuestan por dejar una huella emocional más que por ofrecer decenas de horas de contenido. Su naturaleza lineal lo convierte en un viaje que se disfruta de una sentada, casi como una pequeña pieza de arte interactivo que no necesita más para funcionar.
Historia y narrativa: una terapia camuflada en un aparcamiento
La narrativa es, probablemente, el elemento que más peso tiene en la experiencia. Desde el primer momento entras en conversación con un terapeuta que, mientras caminas hacia tu coche, te lanza preguntas directas sobre ti, tu vida y tu manera de ver el mundo. Estas conversaciones no cambian el desenlace de la historia, pero sí moldean la forma en la que percibes el viaje, ya que cada respuesta te obliga a reflexionar y a implicarte emocionalmente. Lo más llamativo es cómo una tarea tan anodina como buscar el coche se convierte en un marco perfecto para un discurso íntimo y, en ocasiones, incómodo. La escritura es sobria, precisa y evita caer en sentimentalismos baratos, lo que le da más fuerza a cada línea de diálogo. Esta capa de introspección hace que el juego funcione como una especie de “terapia virtual” camuflada, en la que no hay diagnóstico ni resolución, pero sí un espacio para pensar en cosas que normalmente dejamos de lado.

Gráficos y estilo visual: austeridad cargada de significado
En lo visual, A Dream About Parking Lots apuesta por la simplicidad más absoluta. Los escenarios están formados por elementos básicos y texturas planas, pero cada objeto colocado en el entorno tiene un propósito dentro de la composición. Un balón de fútbol olvidado en una esquina, una planta en medio de un pasillo, un inodoro en un lugar improbable… todo está ahí para provocar una reacción, ya sea una sonrisa, un gesto de extrañeza o una conexión con algo que viste en un sueño. La iluminación juega un papel crucial, ya que es la que realmente define la atmósfera, pasando de entornos cálidos y acogedores a pasajes fríos y asépticos. Es evidente que el objetivo no era impresionar desde el punto de vista técnico, sino transmitir un estado mental, y en ese sentido el apartado visual cumple con creces. Si bien algunos jugadores pueden encontrarlo demasiado básico, aquellos que entren en su propuesta descubrirán que esa sencillez es, en realidad, uno de sus mayores aciertos.

Sonido y banda sonora: la calma y el eco de lo cotidiano
La experiencia sonora es tan minimalista como el resto del juego, pero igualmente cuidada. La música de Erik Satie, con su aire hipnótico y contemplativo, encaja como un guante en este paseo surrealista, aportando una calma casi meditativa que contrasta con lo extraño de los escenarios. Los efectos de sonido son sutiles pero fundamentales: el eco de los pasos, el pitido lejano del claxon, el zumbido tenue de luces fluorescentes… todos estos elementos crean un ambiente inmersivo que refuerza la sensación de estar atrapado en un lugar que no es del todo real. Aquí no hay grandes crescendos ni melodías épicas, porque no las necesita; el diseño sonoro apuesta por la naturalidad, logrando que la experiencia sea más sensorial que musical. Es un ejemplo perfecto de cómo el sonido puede reforzar la narrativa y la atmósfera sin necesidad de robar protagonismo.

Duración y rejugabilidad
El recorrido principal dura menos de una hora y, aunque se pueden repetir las partidas para dar respuestas distintas durante los diálogos, los cambios son mínimos y no alteran el desarrollo. Es una experiencia concebida para ser vivida de principio a fin en una sola sesión, y aunque no ofrece incentivos claros para rejugarlo, sí es el tipo de título que puede invitarte a revisitarlo después de un tiempo, ya que la interpretación de sus elementos puede variar según tu estado de ánimo o tu contexto personal en el momento de jugarlo.
Valoración general
7,5 / 10 – A Dream About Parking Lots es una obra pequeña en escala pero grande en intención. No pretende ser un juego para todos, pero para quienes aprecien las experiencias introspectivas, atmosféricas y distintas a lo habitual, supone un soplo de aire fresco. Es un título que se disfruta sin prisas, que no necesita giros dramáticos ni mecánicas complejas para dejar huella, y que se atreve a ser exactamente lo que quiere ser, sin compromisos.
Pros
- Propuesta original y coherente con su concepto desde el primer minuto.
- Narrativa íntima y reflexiva que da peso a cada paso que das.
- Uso inteligente de un apartado visual minimalista para crear atmósfera.
- Diseño sonoro perfectamente integrado con la experiencia.
Contras
- Aspecto gráfico muy básico que puede echar atrás a algunos jugadores.
- Linealidad absoluta, sin cambios sustanciales entre partidas.
- Duración breve, que puede dejar con ganas de más.
- Ausencia total de mecánicas secundarias o elementos interactivos adicionales.
Conclusión
A Dream About Parking Lots no es un título pensado para impresionar a base de músculo técnico o mecánicas complejas. Es una experiencia breve, personal y deliberadamente sencilla que convierte algo tan trivial como buscar un coche en un viaje emocional cargado de matices. Puede que no te cambie la vida, pero si le das una oportunidad, es muy probable que te deje pensando más de lo que imaginas.