Lo que pasa cuando mezclas distopía, traumas y un estudio indie con mala leche
Hay juegos que te llevan a explorar mundos coloridos, a recolectar recursos o a disparar a todo lo que se mueve. Karma: The Dark World no es de esos. Aquí lo que recolectas son traumas, lo que exploras son los rincones más oscuros de la mente humana y lo que disparas… son tus propias alarmas internas de “esto no está bien”. Y es que el debut de Pollard Studio, editado por los veteranos de Wired Productions, es un viaje perturbador, enigmático y, sobre todo, muy, muy oscuro.
Prepárate para pasear por la distopía más incómoda que ha parido un videojuego en los últimos tiempos. Porque si algo tiene este título, es atmósfera. Y paranoia. Y cosas raras por todas partes.
¿De qué va la paranoia esta?
Encarnamos a Daniel McGovern, un agente de la siniestra Oficina del Pensamiento, en un mundo gobernado por la Leviathan Corporation, que básicamente te vigila hasta los pensamientos. Sí, Orwell estaría orgulloso… o aterrorizado. Nuestra misión es introducirnos en las mentes de presuntos traidores al sistema para extraer recuerdos, verdades ocultas y, de paso, desentrañar nuestros propios demonios.
El juego no te lo va a poner fácil. Nada de explicaciones claras ni narrativas mascadas. Aquí todo son simbolismos, flashbacks, pasillos que no acaban y cabezas de maniquíes que te miran mal. Todo muy sano, como puedes ver.

Jugabilidad: walking simulator con mal rollo
Karma: The Dark World se inscribe en la categoría de “simulador de paseo”, pero ojo, con carácter. No hay acción directa, ni combates, ni inventarios complejos. Caminas, exploras, resuelves puzles sencillos y te sumerges en la ambientación. Todo está diseñado para incomodarte, para que dudes de lo que ves y para que, de vez en cuando, mires atrás… por si acaso.
Los puzles son más bien un respiro que un reto real. Colocar objetos, activar mecanismos, resolver acertijos simples. Nada que haga sudar a los cerebros más curtidos, pero suficiente para mantener el ritmo y romper la monotonía.
Gráficos que inquietan (y mucho)
Técnicamente, el juego sorprende. Visualmente es muy sólido, con escenarios lúgubres, iluminación opresiva y un diseño artístico que roza lo enfermizo. Los pasillos se sienten claustrofóbicos, las estancias deformadas refuerzan la sensación de estar dentro de una mente rota y, en general, todo transmite mal rollo constante.
Se nota el uso de Unreal Engine 5, con esos brillos raros y esas sombras que parecen tener vida propia. Y aunque las animaciones de los personajes son algo rígidas a veces, no rompen la inmersión.

Sonido que pone los pelos de punta
El apartado sonoro es uno de los grandes triunfos del juego. Zumbidos, susurros, goteos, crujidos… Todo colabora para que no te sientas cómodo ni un solo segundo. La banda sonora es minimalista, pero sabe cuándo apretar. Y aunque las voces no son abundantes, cumplen su función sin chirriar.
Historia: entre lo brillante y lo críptico
El argumento es, cómo decirlo… denso. Si eres fan de los relatos abiertos a interpretación, los simbolismos y las metáforas políticas, aquí vas a disfrutar. Si buscas una historia clara, coherente y con final redondo, igual terminas dándote contra la pared.
Karma: The Dark World no te lo da todo masticado. Al contrario: si no estás atento, te vas a perder entre los recuerdos fragmentados, las visiones oníricas y los guiños a clásicos como 1984. Y el final… bueno, digamos que vas a quedarte con preguntas.

Duración y rejugabilidad
La aventura se completa en unas 7 u 8 horas, dependiendo de lo mucho que explores o de lo perdido que te sientas en ciertos tramos. No es un juego que invites a rejugar en bucle, pero si te gustan los detalles ocultos y las interpretaciones alternativas, seguro que vuelves a recorrer sus pasillos una segunda vez.
¿Vale lo que cuesta?
Para ser un título independiente, lo que ofrece a nivel audiovisual y de ambientación está por encima de la media. Si conectas con su propuesta narrativa y su estilo lento y contemplativo, el precio está más que justificado. Si eres de los que necesita acción constante, probablemente no sea tu inversión ideal.

Veredicto final
Karma: The Dark World es un viaje oscuro, incómodo y cerebral, perfecto para quienes disfrutan desentrañando conspiraciones y retorciendo su mente en busca de respuestas. No es para todos los públicos. Si buscas disparos, acción o sustos fáciles, mejor pasa de largo. Pero si lo tuyo son los relatos distópicos, el horror psicológico y las pesadillas visuales, aquí tienes un título que, sin ser perfecto, se queda en la cabeza mucho después de apagarlo.
Pros y contras
Pros:
- Ambientación opresiva y muy lograda
- Diseño visual impactante para ser indie
- Narrativa llena de simbolismos e intriga
- Sonido envolvente y bien medido
Contras:
- Historia demasiado críptica para algunos
- Puzles muy sencillos, sin gran desafío
- Animaciones algo robóticas en ocasiones
- Final abrupto que deja incógnitas

Puntuación: 8,5/10
Un debut inquietante que demuestra que no hace falta tener un gran presupuesto para provocar escalofríos… basta con tener buenas ideas y mucha mala leche.