Querida realidad virtual: te queremos. Mucho. Te hemos defendido cuando todos te miraban raro, te hemos comprado visores caros, hemos soportado cables como boas constrictoras y hemos gritado “¡esto es el futuro!” mientras nos dábamos contra el marco de la puerta. Pero ha llegado el momento de decirlo en alto: estás perdiendo el norte.
Y no porque no avances técnicamente. No porque falte innovación. Sino porque te estás olvidando de algo básico: los clásicos, los géneros de toda la vida, la variedad que hace que jugar sea una pasión y no una rutina de gimnasio futurista.

Shoot, punch, repeat: la fórmula gastada
Vamos al grano: si abres cualquier tienda de VR hoy, ya sea en Steam, Quest o PlayStation VR2, te vas a encontrar lo de siempre. Shooters. Más shooters. Shooters en cooperativo. Shooters con zombies. Shooters con físicas. Y shooters fitness. Y luego, como para que no se diga, una app para hacer yoga o lanzar dardos de colores mientras te gritan frases motivadoras.
Y no es que estén mal —al contrario— hay joyas entre ellos. Pero… ¿y el resto?
¿Dónde están los RPG de corte clásico? ¿Los survival horror que no dependan solo de jumpscares? ¿Los juegos de estrategia con profundidad? ¿Las aventuras narrativas al estilo Life is Strange o Grim Fandango? ¿Dónde está el alma?

El problema: una industria que no se atreve a mirar atrás
La industria VR parece vivir en una burbuja de futuro constante, donde todo debe ser rompedor, físico e inmersivo. Pero se olvida de qué gran parte del éxito del videojuego tradicional viene de los géneros que llevan décadas funcionando.
¿Queremos innovación? Claro. Pero también queremos sentarnos a jugar un plataformas 3D en condiciones, una aventura gráfica bien escrita, o un RPG con árboles de diálogo y decisiones morales. No todo necesita tracking de cuerpo completo o levantarte del sofá cada 30 segundos.
El mejor ejemplo es Moss. Un plataformas clásico en tercera persona, con una protagonista adorable, que simplemente funciona en VR. Porque supo mirar atrás y adaptar lo que ya era bueno. Y es uno de los juegos más queridos de la plataforma. Curioso, ¿no?

Datos que no engañan: el exceso de músculo y la falta de variedad
Un vistazo rápido a las estadísticas de juegos más descargados en Meta Quest Store revela el patrón:
- Shooters en el top: Pavlov Shack, Onward, Contractors, Ghosts of Tabor…
- Fitness siempre presente: Supernatural, Les Mills Bodycombat, FitXR.
- Plataformas, aventuras gráficas, estrategia, narrativa… en la zona oscura del catálogo.
Y esto no solo es culpa de los estudios. Las propias plataformas empujan los algoritmos para promocionar lo que más vende, y claro, si cada nuevo usuario encuentra solo disparos y abdominales… el mercado se vuelve monocorde.
El coste de la innovación sin raíces
Sí, en VR todo es más complejo: diseñar un juego narrativo que funcione sin pantallas planas, un sistema de combate táctico en primera persona, o simplemente un buen menú. Pero no es imposible.
Mira Demeo, que convirtió un juego de mesa en una experiencia social brutal. O Red Matter 2, que apostó por el ritmo pausado y la exploración narrativa. Incluso Townscaper VR, que no tiene acción ni puntos, pero te da una experiencia única y relajante.
Y lo mejor: la gente los juega. Porque hay público más allá del que quiere sudar o disparar. Porque no todo el mundo quiere acabar la sesión de VR agotado como si hubiera salido de una clase de crossfit en el espacio.

¿Soluciones? Sí. Pero con algo de valentía
- Que los desarrolladores indies pierdan el miedo a lo clásico y lo traigan a VR con cabeza.
- Que las plataformas apoyen más la visibilidad de géneros minoritarios.
- Que se exploren modelos híbridos, donde puedas jugar sentado, con mando, con voz… como tú elijas.
- Y que se escuche más a la comunidad que pide variedad a gritos.
Porque la innovación no está reñida con la esencia. Y la VR, si quiere dejar de ser nicho, necesita abrirse al público que ama los videojuegos por lo que son, no por lo que hacen sudar.
Conclusión: no todo tiene que ser un espectáculo
La realidad virtual ha demostrado que puede hacer cosas increíbles. Pero eso no significa que tenga que hacerlo TODO con fuegos artificiales. A veces, lo más potente es lo más simple. Un buen diálogo. Una historia que te atrapa. Una mecánica que conoces, pero que cobra nueva vida al tenerla tan cerca.
Así que sí, queremos lo nuevo. Pero también queremos lo de siempre. Lo que nos hizo gamers. Lo que nos hizo soñar.
Y si lo mezclas bien, VR… entonces sí que volarás alto.
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