A veces, las actualizaciones prometen el paraíso… y traen el infierno. Eso es justo lo que están viviendo muchos desarrolladores que trabajan con Meta Quest, quienes en los últimos meses han visto cómo sus proyectos, en lugar de mejorar, se topan con un sistema operativo cada vez más inestable. Lo que debería ser una evolución hacia una plataforma sólida y fiable está resultando ser una sucesión de bugs, caídas de rendimiento, regresiones inexplicables y decisiones técnicas difíciles de justificar.

Desde hace unas cuantas versiones, los foros privados de desarrolladores de Meta arden con mensajes de frustración. La promesa de una “era estable” que la propia Meta lanzó el pasado año se está desmoronando a golpe de actualización. Los problemas no son anecdóticos ni puntuales: hablamos de caídas graves de rendimiento, cambios que afectan directamente a la experiencia del usuario, errores en la tienda e incluso pérdidas de funcionalidades críticas. Y todo esto mientras los responsables de las apps VR intentan mantener sus proyectos a flote sin perder usuarios… ni la cabeza.

Un rendimiento que se va al suelo, frame a frame

El primer gran problema que ha hecho saltar todas las alarmas es la pérdida progresiva de rendimiento en los juegos y aplicaciones desarrollados para Quest. Desde la versión v72 del sistema operativo hasta la actual v77, varios estudios han documentado caídas constantes en la tasa de fotogramas por segundo (FPS). Lo preocupante es que estas bajadas no están ligadas a un cambio en su código, sino que vienen causadas directamente por cómo Horizon OS gestiona los recursos tras cada nueva actualización.

Algunos desarrolladores incluso han compartido capturas comparativas de los datos de rendimiento, dejando en evidencia que una app que antes funcionaba a 72 FPS ahora apenas aguanta los 60, y en algunos casos desciende a 45 de forma intermitente. Para el usuario, esto se traduce en una experiencia menos fluida, con efectos de judder, microparones y fatiga visual. Para los creadores, significa tener que explicar a sus comunidades por qué su juego va peor sin haber tocado nada.

Y eso sin contar con los errores al compilar o lanzar builds desde entornos oficiales, los cuales se han vuelto cada vez más impredecibles.

Meta Quest

El modo “Battery Saver” que ahorra de todo menos disgustos

Una de las decisiones más polémicas recientes tiene que ver con el modo de ahorro de batería de Quest 3 y Quest 3S. Anteriormente, este modo era sencillo: bajaba la frecuencia de refresco a 72 Hz y reducía el brillo. Suficiente para extender un poco la sesión sin sacrificar demasiado la experiencia.

Pero de repente, sin previo aviso ni documentación oficial, este modo ha cambiado: ahora mantiene los 90 Hz pero limita los FPS a 45, lo que genera una inconsistencia visual que puede marear hasta al usuario más curtido en shooters VR. Este tipo de cambios invisibles, pero críticos generan una sensación de inseguridad técnica total. ¿Cómo pueden los desarrolladores optimizar si cada versión de sistema cambia las reglas del juego por debajo?

Desde Meta se ha prometido revertir esta modificación… pero ya han pasado varias semanas y no hay solución efectiva. Y mientras tanto, los usuarios y testers se quejan de una experiencia errática sin entender que el problema no está en el juego, sino en el propio sistema.

Un ecosistema con fugas: errores en la tienda, métricas que desaparecen y DLCs que se esfuman

Otro foco de tensión está en la parte más comercial del ecosistema Meta Quest: la tienda. Algunos estudios han reportado fallos en las métricas de rendimiento, que desaparecen o se corrompen sin motivo. Esto no solo afecta al análisis interno, sino también a las decisiones estratégicas: si no sabes cuántos usuarios juegan, cuánto tiempo permanecen o si han tenido errores… ¿cómo mejoras tu producto?

A esto se le suma un fallo mucho más visible: hay usuarios que pierden acceso a contenido descargable que han comprado. DLCs que desaparecen, compras que no se reflejan, y apps que no cargan suscripciones activas. Para cualquier desarrollador que ofrezca contenido adicional o modelos de monetización más allá del pago único, esto es un desastre.

Y todo esto, una vez más, no tiene que ver con su código, sino con el sistema que Meta proporciona para integrar esas funciones.

Meta Quest

La prometida “era estable” aún no ha comenzado

En Meta Connect 2024, Andrew Bosworth —el siempre carismático CTO de Meta— pidió disculpas públicamente a los desarrolladores por los constantes cambios en la plataforma. Reconoció que el ritmo de innovación había sido demasiado caótico y prometió una nueva etapa: menos experimentación, más robustez, y una apuesta clara por la estabilidad.

Pero a juzgar por la situación actual, esa promesa parece más una intención que una realidad. A día de hoy, cada nueva versión del sistema trae nuevas sorpresas… y no precisamente agradables. Incluso para estudios con experiencia, trabajar con Quest se ha convertido en un ejercicio de equilibrismo técnico, donde el mayor miedo no es que un juego no funcione, sino que deje de hacerlo tras la siguiente actualización.

¿Y ahora qué? El futuro necesita estabilidad… no solo innovación

Lo que está ocurriendo con Horizon OS debería hacer reflexionar a Meta. Su ecosistema Quest es, sin duda, el más popular de la VR actual. Pero también es el que más depende de sus propias reglas internas. Si los desarrolladores pierden la confianza en la plataforma, no habrá contenido que lo sostenga. Y sin contenido, no hay usuarios.

Innovar está bien. Empujar los límites también. Pero cuando los cimientos tiemblan cada mes, lo que toca es parar, escuchar y arreglar. Porque si no hay estabilidad, la realidad virtual deja de ser inmersiva… y se convierte en frustrante.

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