Samsung tropieza con la misma piedra que Apple… y el golpe suena caro

Era cuestión de tiempo. Tras meses de rumores, filtraciones y promesas de revolución, Samsung ha lanzado su esperado visor Galaxy XR, y lo ha hecho cayendo exactamente en la misma trampa que Apple con el Vision Pro: crear un dispositivo espectacular… que nadie necesita.

Porque sí, el Galaxy XR es potente, elegante y tecnológicamente brillante. Pero también es un producto diseñado para un público que, sencillamente, no existe. Es la vieja historia del “esto es el futuro”, pero sin un presente que lo justifique. A nivel técnico, es impecable; a nivel práctico, es una joya guardada en una vitrina.

Un visor de lujo que juega en otra liga (y no en la nuestra)

No hay duda: el visor de Samsung es una bestia en especificaciones. Pantallas micro-OLED con negros absolutos, lentes de nueva generación con una nitidez de infarto y un diseño que haría babear a cualquier ingeniero óptico. Pero aquí llega la gran pregunta que nadie se atreve a hacer: ¿para qué?

Los jugadores de realidad virtual —los que mantenemos viva esta industria desde hace una década— no necesitamos otro visor premium para ejecutar lo mismo que ya jugamos en unas Meta Quest 3 por una cuarta parte del precio. Si lo único que aporta el Galaxy XR es una imagen más limpia mientras seguimos conectados al PC con un cable de esperanza, entonces no es evolución… es repetición en 4K.

Samsung parece haber olvidado que la VR no se sostiene solo con píxeles por pulgada, sino con experiencias. Y ahí, hermano, no hay milagro óptico que compense.

Galaxy XR

El espejismo del futuro “pro”

Cada año nos venden el mismo sueño: un visor XR que será el punto de inflexión entre el mundo digital y el real. Pero cuando por fin llega a las manos del usuario, el sueño se convierte en un menú flotante, una app de dibujo en el aire y un vídeo en 3D que cuesta más que tu portátil.

Apple Vision Pro ya lo demostró: no importa lo avanzada que sea la tecnología si el usuario medio no puede usarla más de veinte minutos sin sentirse dentro de un anuncio de sí mismo. Y ahora Samsung repite el experimento, convencida de que el lujo y el precio bastan para definir el futuro.

Lo triste es que, mientras tanto, los visores que realmente mueven la comunidad —Quest 3, Pico 4, PS VR2— siguen marcando el ritmo con juegos, accesibilidad y contenido real. En el ring de la VR, el Galaxy XR no entra como rival, sino como espectador VIP con asiento reservado y Wi-Fi 7.

Galaxy XR

Seguimiento ocular y facial: la tecnología que nadie pidió

Durante la presentación, hubo un detalle que dejó a muchos rascándose la cabeza: seguimiento ocular y facial. Una tecnología carísima que eleva el precio del visor al cielo… ¿para qué exactamente?

El seguimiento facial sirve, en teoría, para que nuestro avatar guiñe el ojo o sonría en una reunión virtual. Maravilloso, ¿verdad? Invertir cientos de euros solo para que tu versión digital levante una ceja. No hay duda: la revolución que estábamos esperando.

Y el seguimiento ocular… bueno, PS VR2 lo tiene desde su lanzamiento y, a día de hoy, apenas ha servido en dos o tres juegos y algún menú experimental. En teoría, permite enfocar donde miras o mejorar el rendimiento con renderizado foveado. En la práctica, es otra función que se menciona en el tráiler y luego se olvida en la vida real.

Añadir tecnología que el usuario no va a usar no convierte un visor en “futuro”: lo convierte en un lujo innecesario con sensores que solo miran cómo lo miras.

Galaxy XR

La paradoja del brillo inútil

A nivel técnico, Galaxy XR es un espectáculo: resolución altísima, passthrough cristalino, materiales premium… pero ¿de qué sirve todo eso si no hay un ecosistema que lo aproveche? Sin catálogo propio, sin experiencias XR exclusivas y sin una propuesta clara para el jugador o el creador, el visor de Samsung corre el riesgo de ser el gadget perfecto para enseñar, pero no para usar.

Y eso, en un mercado tan saturado de promesas incumplidas, es un lujo que nadie puede permitirse. No basta con tener la mejor óptica si lo único que puedes hacer con ella es mirar tu escritorio en ultra alta definición.

La realidad mixta es una idea brillante, sí. Pero si cuesta más que un PC gaming completo y ofrece menos que un visor de 500 €, deja de ser una herramienta de futuro y se convierte en un capricho tecnológico.

Galaxy XR

¿Realidad mixta o fantasía de marketing?

El mensaje de las grandes marcas es claro: la XR será el nuevo estándar. Pero por ahora, lo único estándar es el precio desorbitado y la falta de sentido común. Los que vivimos la VR desde dentro sabemos que lo que realmente hace avanzar esta industria son los desarrolladores independientes, los estudios que apuestan por contenido original y los usuarios que se atreven a probar, no los que presumen de resolución.

Quizá algún día los visores “pro” encuentren su sitio. Pero hoy, mientras Samsung y Apple compiten por ver quién tiene el casco más caro de la galaxia, los jugadores seguimos donde siempre: en mundos creados por pasión, no por márketing.

Galaxy XR

En resumen: el lujo no sustituye a la diversión

Galaxy XR es un prodigio de ingeniería… y un monumento al exceso. Es la demostración de que puedes tenerlo todo menos un motivo real para usarlo. Y eso, hermano, lo dice todo.

Cuando las empresas entiendan que la realidad virtual no necesita más píxeles, sino más alma, tal vez empecemos a hablar del futuro de verdad. Hasta entonces, seguiremos con nuestras Quest 3, disfrutando de lo que ellos aún no comprenden: que la inmersión no se mide en resolución, sino en ganas de jugar.

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