La esperada actualización del sistema llega con nuevo hogar virtual, integración mejorada de juegos, un lavado de cara social y más fluidez… pero no todo lo que brilla en el metaverso es oro. En Generación XR te contamos, sin filtros, qué tal se siente la nueva versión después de varios días de prueba real.

Por fin se nos ha actualizado nuestro visor Meta a la nueva y esperada v81, y como buenos enfermos de la realidad virtual que somos, la hemos exprimido hasta que el ventilador del visor pidió vacaciones. Han sido días intensos, de exploración, de pruebas, de pequeños “¡wow!” y algún que otro “¿pero esto por qué?”. La comunidad llevaba semanas hablando de esta actualización como si fuera la llegada del mismísimo metaverso prometido, y aunque trae novedades interesantes, en Generación XR no tragamos humo: hemos probado todo lo que había que probar y aquí va nuestra opinión sincera, sin notas de prensa ni postureo. ¿Vale la pena? ¿Cambia de verdad la experiencia VR? Sigue leyendo, que te lo contamos sin anestesia.

Meta v81

Un nuevo hogar… que parece sacado de una inmobiliaria de lujo

La gran estrella de la actualización es el nuevo Immersive Home, ese entorno que sustituye a los clásicos hogares virtuales y que Meta vende como “el comienzo de una nueva era”. Lo cierto es que visualmente es un salto evidente: pasamos de espacios rígidos y repetitivos a un loft moderno y bien iluminado, con libertad para moverte y más sensación de estar dentro de algo real. Es un cambio agradable, especialmente para quienes encendemos el visor a diario, pero también tiene truco: todos tenemos prácticamente el mismo piso de revista, y se pierde un poco aquella sensación de tener un espacio propio y diferente. Es bonito, sí, pero también impersonal. Parece más una demo técnica que tu casa virtual.

Además, el movimiento libre dentro del entorno es un arma de doble filo. En los visores más potentes se siente fluido y natural, pero en los modelos anteriores puede generar alguna que otra sacudida visual que te hace recordar que sigues dentro de un casco con límites físicos. Aun así, hay que reconocerle mérito: entrar al nuevo Immersive Home da gusto, y aunque no cambie tu vida, sí mejora tu primera impresión cada vez que enciendes el visor. Eso sí, si Meta quiere que este nuevo hogar se sienta realmente tuyo, va a tener que dejarte colgar algo más que tus ilusiones en la pared.

Meta v81

Integración de juegos de PC: por fin todo en el mismo sitio

Otra de las mejoras que más agradecemos los usuarios veteranos es que ahora los juegos ejecutados desde PC con Quest Link aparecen directamente en tu biblioteca. Puede sonar a detalle menor, pero es un cambio de calidad de vida enorme: por fin puedes ver y lanzar tus títulos de SteamVR o Rift sin tener que navegar entre interfaces diferentes. Todo está integrado en el ecosistema del visor y, sinceramente, ya era hora.

La experiencia, eso sí, depende mucho de tu conexión. Si usas cable o una buena red Wi-Fi, la sensación es impecable: pulsas, entras, y te olvidas de todo. Pero si tu router es del pleistoceno o tienes vecinos que exprimen Netflix como si no hubiera mañana, notarás tirones y pequeños parones que arruinan la inmersión. Es un avance práctico y bienvenido, pero no una revolución. Meta no ha reinventado la rueda, solo la ha colocado donde debía estar desde el principio.

Aun con todo, se agradece la coherencia visual y funcional. Que tu biblioteca tenga todo en un mismo sitio es más importante de lo que parece: hace que el visor se sienta menos “fragmentado”, más sistema operativo y menos experimento tecnológico.

Meta v81

Horizon Central se lava la cara y se pone social

Hablando de experimentos, Horizon Central también recibe su propio lifting virtual. La interfaz luce más moderna, los desplazamientos entre zonas son más rápidos y la nueva tienda de ropa parece un desfile digital. Es evidente que Meta quiere reforzar la parte social, y para eso nada mejor que ofrecer más formas de personalizar tu avatar y presumir de estilo virtual. El problema es que esta “moda del metaverso” huele más a negocio que a comunidad. Es decir, mola tener un avatar chulo, pero si para cambiarle la chaqueta tengo que pagar más que por un DLC de un triple A, se acaba la diversión.

Eso sí, el rendimiento ha mejorado. Las salas cargan con mayor rapidez, los encuentros multitudinarios van más estables y la sensación general es más fluida. En ese sentido, bien por Meta: el sistema social ya no se siente como un prototipo. Pero falta vida, falta espontaneidad. Da la impresión de que todo está muy pensado para enseñar estadísticas en una presentación de inversores más que para conectar de verdad con la gente.

Meta v81

Rendimiento a 90 FPS: la suavidad que tu batería no pidió

Uno de los cambios más técnicos —y más comentados— es que el sistema ahora apunta por defecto a 90 FPS, lo que teóricamente mejora la fluidez en todo el entorno. Y sí, cuando va bien, se nota: las transiciones son más suaves, los movimientos más naturales y la interfaz responde con más agilidad. Es una delicia ver cómo el entorno virtual fluye sin tirones.

Pero claro, todo tiene un precio. Ese extra de fluidez exige más potencia, más calor y más consumo. Si tienes un visor de gama alta, perfecto; si no, prepárate para oír el ventilador bufar como si estuvieras a punto de despegar. Además, algunos usuarios han notado pequeñas caídas de rendimiento en determinadas apps o juegos, precisamente por esa sobrecarga. Meta busca la experiencia “premium”, pero quizás debería recordar que no todos los usuarios tienen el mismo hardware ni el mismo aire acondicionado.

El cambio es positivo, sí, pero también evidencia lo que ya sabíamos: los visores empiezan a rozar su límite físico, y cada mejora de software exige un poco más de magia (o de milagros).

Meta v81

Pequeñas mejoras y algún que otro susto

Más allá de los titulares, la v81 trae también esos retoques invisibles que hacen que el sistema parezca más nuevo de lo que realmente es. Los iconos, menús y layouts se han rediseñado ligeramente, las animaciones son más limpias y el passthrough parece responder con más precisión. Nada que cambie la experiencia radicalmente, pero se agradece.

Eso sí, también llegan los clásicos bugs de toda actualización. Algún reinicio espontáneo, una app que se resiste a abrir o ese menú que de repente se queda flotando en el limbo del metaverso. Nada grave, pero lo suficiente para recordarte que, pese a los nombres rimbombantes, seguimos ante un sistema en constante parcheo. Y sinceramente, esa sensación de “obra en curso” ya cansa un poco.

Meta v81

Veredicto GXR: más bonito, más fluido, pero no más revolucionario

Después de varios días de uso, el veredicto es claro: la v81 es una buena actualización, pero no la revolución que algunos venden. Es un paso adelante en diseño, coherencia y rendimiento, pero no un salto generacional. Si tuviera que resumirlo en una frase, diría que Meta ha aprendido a maquillar su sistema con estilo, pero sigue sin reinventarse de verdad.

El nuevo hogar es vistoso, el rendimiento se nota, y la integración de juegos simplifica la vida. Pero también hay un exceso de marketing, un toque de uniformidad que hace que todo parezca demasiado controlado. No hay caos, ni sorpresa, ni riesgo. Solo un entorno más bonito que antes, pero igual de predecible.

En definitiva, v81 es el equivalente virtual a cambiarte de casa sin cambiar de barrio. Estás más cómodo, más ordenado, con muebles nuevos… pero las vistas siguen siendo las mismas.

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