A veces los monstruos no están debajo de la cama, sino dentro de tu cabeza. My Monsters, desarrollado por Ludact, es una aventura emocional pintada literalmente a mano que llega a Meta Quest y PC VR con una premisa tan introspectiva como curiosa: enfrentarte a tus propios sentimientos en forma de criaturas. Lo que parece un cuento infantil se convierte en un viaje simbólico a través de emociones como la ansiedad, el miedo o la soledad, presentadas como entidades vivas dentro del mundo onírico de Onirium.
El juego apuesta por un enfoque que combina acción ligera, exploración pausada y narrativa simbólica. No quiere deslumbrarte con efectos ni realismo gráfico; quiere hablarte con arte y sencillez. Y aunque su mensaje no siempre brilla con la misma fuerza, el resultado es una de las experiencias VR más personales y visualmente memorables del año.
Una historia pequeña con grandes emociones
El protagonista es un viajero anónimo que despierta en un universo fragmentado habitado por los llamados “monstruos interiores”. Acompañado por su compañero Moti, una criatura simpática que representa el coraje, debe recorrer distintos biomas —cada uno reflejo de una emoción humana— para enfrentarse a jefes que personifican esas mismas emociones: la Ansiedad, la Soledad y el Miedo. La idea de convertir sentimientos en enemigos no es nueva, pero aquí se presenta con una delicadeza visual y un tono de fábula que la hacen funcionar.
La narrativa no busca dramatismos ni giros de guion. Es más bien un proceso terapéutico en forma de aventura. Cada escenario transmite un estado emocional distinto y el diseño artístico, completamente pintado en Quill VR, convierte cada nivel en un cuadro flotante que puedes recorrer. Lo más interesante es que no hay una voz externa que te guíe o te juzgue: eres tú quien da sentido al viaje. Esa ausencia de grandes explicaciones convierte al juego en una experiencia casi meditativa, aunque para algunos puede resultar demasiado sutil o lenta.

Jugabilidad sencilla, pero cargada de simbolismo
A nivel jugable, My Monsters mezcla combate, plataformas y pequeños puzles. El combate es directo, con ataques cuerpo a cuerpo y a distancia, y una estructura muy clásica: eliminar enemigos para desbloquear zonas, esquivar proyectiles y esperar el momento justo para golpear. No hay combos ni sistemas de progresión, pero los enfrentamientos con los jefes destacan por su carga emocional y su diseño visual, especialmente en los enfrentamientos contra el Miedo y la Soledad, donde los escenarios se deforman y la música cambia a un tono más sombrío.
Los puzles, por su parte, sirven como respiro entre batallas. Consisten en mover objetos, disparar mecanismos o reorganizar piezas para abrir caminos. No son complicados, pero cumplen su función narrativa: darte tiempo para observar el entorno y reflexionar sobre lo que representa. En ese sentido, Ludact no busca retar tu inteligencia, sino tus emociones.
La parte más cuestionable está en la movilidad. El juego se puede disfrutar tanto de pie como sentado, pero no ofrece opciones de giro suave ni teletransporte. Tampoco tiene control por manos, algo que se echa en falta en una experiencia tan personal. El desplazamiento es funcional, pero limitado, y eso hace que algunos tramos pierdan fluidez. Aun así, la estabilidad del rendimiento y la respuesta de los controles son impecables en Quest 3, lo que demuestra un trabajo técnico sólido.

Arte y sonido: un mundo pintado con sentimientos
Visualmente, My Monsters es una pequeña joya. Cada escenario parece una pintura viva: trazos, pinceladas y colores que cobran profundidad en VR. La técnica de pintura 3D usada con Quill VR permite que el entorno tenga textura, volumen y una sensación de presencia que pocos juegos consiguen. Ver cómo la luz atraviesa las líneas del pincel o cómo las criaturas se mueven con animaciones suaves crea una experiencia visualmente única.
La dirección artística logra algo difícil: representar emociones sin palabras. Los tonos fríos dominan las zonas de Soledad, los ocres y amarillos reflejan la Ansiedad, y los contrastes violentos marcan el territorio del Miedo. Es arte hecho juego, sin filtros ni artificios.
El apartado sonoro acompaña con precisión. La banda sonora utiliza melodías ambientales y arreglos minimalistas que se adaptan a cada bioma. Los sonidos no buscan protagonismo, sino presencia. Es un trabajo más emocional que técnico, pero cumple con nota: cuando el ritmo baja, la música respira contigo. Si algo puede criticarse es la falta de doblaje completo, ya que los diálogos deben leerse, y eso rompe en parte la inmersión en VR.

Una experiencia corta, pero intensa
My Monsters dura unas cinco o seis horas, lo justo para contar lo que quiere sin estirarse. No es un título que busque rejugabilidad, sino impacto. Lo importante no es lo que haces, sino lo que sientes mientras lo haces. Hay pequeños recuerdos coleccionables llamados Reminiscences que amplían la historia y animan a explorar, pero el núcleo sigue siendo lineal.
La progresión entre biomas es coherente y la dificultad está bien equilibrada. No hay momentos de frustración, aunque el combate puede volverse repetitivo hacia el final. Aun así, su equilibrio entre accesibilidad y simbolismo lo hace ideal para quienes buscan una experiencia pausada y con mensaje, más cercana a una obra interactiva que a un videojuego tradicional.

Un cuento introspectivo que merece ser escuchado
My Monsters es uno de esos juegos que no gritan, susurran. Es pequeño, íntimo y visualmente hipnótico. No revoluciona la VR, pero demuestra que el medio puede ser más que espectáculo o simulación: puede ser arte. Su ritmo pausado, su estilo pintado a mano y su enfoque emocional lo convierten en una experiencia recomendable para quienes buscan algo diferente.
No es perfecto. Su sistema de movimiento es limitado, el combate carece de profundidad y los diálogos podrían estar mejor integrados. Pero en su conjunto, My Monsters logra algo que pocos títulos consiguen: conectar con el jugador desde un lugar genuino. Es un viaje emocional envuelto en color, un espejo de lo que llevamos dentro, y una muestra de que la VR también puede ser poesía visual.

My Monsters
PROS
- Arte pintado a mano absolutamente precioso
- Concepto emocional bien ejecutado y coherente
- Jefes con diseño visual y simbólico sobresaliente
- Banda sonora y ambientación con personalidad
CONS
- Sistema de movimiento limitado y poco flexible
- Combate simple y algo repetitivo
- Falta de doblaje que rompe parte de la inmersión
- Poca rejugabilidad tras la primera partida
